En este tiempo de paz, o al menos
de intento de paz. Es importante reconocer la esfera que realmente rodea al
país. Un expresidente que no quiere negociaciones, un país crédulo que ve con
ojos esperanzadores lo que se ha venido esperando desde hace algunos años, y un
gobierno dispuesto a llevar un proceso buscando
el beneficio de todos, conforme a la Ley, respetando a Colombia, y a las victimas
del flagelo de la guerra.
Por otro lado, otros países en
gala de la solidaridad también se han puesto a disposición del proceso de paz.
Y por estos días no se habla de más. Muy seguramente así será hasta octubre que
empiecen los diálogos, y que la tensión crezca.
Mientras tanto, y entre tanta noticia
lo que se teme es que se dañe la vía pacifica para al menos llegar a la mesa de
conciliación en octubre. Cualquier noticia, o declaración puede acabar con las
ilusiones de miles de familiares de secuestrados, de tantas victimas que ya no anhelan
si quiera la reparación, sino ver a Colombia sin guerrilla, sin el enemigo que
ha acompañado durante medio siglo.
Ahora bien, como cínicas pueden
ser consideradas las afirmaciones de las FARC donde anuncian no tener vínculos
con el narcotráfico, y lo que es peor, no tener secuestrados. Mentir y ocultar
una realidad que desangra al país, que lo desgarra en deseos que parecen inútiles.
Deseos tan dignos, como tener a un hijo, esposo o padre de regreso a la
libertad. Luchando por hacer patria. Y es en esa misma justa, que Colombia,
parece estar curándose de la falta de memoria, y proclama por la libertad de
los secuestrados.
Edson Paez Serna estudiante de la
Universidad San Martín de Villavicencio fue secuestrado el primero de
septiembre de 2011. Lo que también
difiere de las afirmaciones de la guerrilla de las FARC hace unos meses donde
decían no tener secuestros extorsivos; pues la familia de Serna pagó 200
millones de pesos por tener a su hijo de regreso, cosa que nunca sucedió.
Y como este, son muchos casos,
unos desconocidos por los medios y olvidados por la sociedad. Pero no en este
tiempo, no ahora que solo se habla de paz. Se reviven las historias de personas
como Doña Nelly la mamá de Sigifredo López, y se rescatan otras cuantas del
anonimato, en bien de la paz.
Positivismo es lo único que se
necesita, pero no positivismo infundamentado, que la paz no cueste la dignidad. ¿Hasta que punto se
acepta el cinismo y las condiciones de las FARC con tal de lograr la tan
anhelada paz? ¿Cuántos discursos trasnochados y arcaicos de Timochenko tienen
que oír más? ¿Y cuántos más trinos de Álvaro Uribe se soportarán?
El día en el que todos los
secuestrados civiles lleguen a sus hogares, solo ese día, solo esos abrazos, darán
fe del amor de Dios, y de una nueva era para Colombia. Solo ese día habrá valido
la pena tanto esfuerzo.
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